La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción presenta planta ligeramente rectangular dividida en tres naves por pilares cruciformes, remontándose cada lado de la cruz en pilastras cajeadas, de las que parten bóvedas de crucería estrelladas con combados. La cabecera, de complicado trazado tiene un amplio desarrollo, cubriéndose con bóveda de crucería que arranca de cuatro trompas aveneradas, terminando en un pequeño ábside, que tiene por cubierta bóveda de horno.

    Si por lo que a la planta se refiere no reviste especiales problemas estos sí aparecen al estudiar el alzado. Efectivamente, en una primera observación se nos plantean tres volúmenes claramente diferenciados. En primer lugar la cabecera, construida en piedra de sillería, disimula sus contrafuertes al exterior al achaflanar los muros interiormente, con lo cual la planta poligonal que aquí se crea, en la parte exterior se regulariza, convirtiéndola en cuadrada al colocar los machones en lados alternos. A pesar del original sistema los constructores se vieron obligados a levantar dos contrafuertes, uno a cada lado, siguiendo las plantas tradicionales, como medida de seguridad al ensancharse la cabecera en la parte más cercana a la nave.
 

Antigua vista del altar mayor con el púlpito y detalle de techo 

    El cuerpo de la iglesia, igualmente edificado en buena cantería, se encuentra dividido en tres naves y en tres tramos diferenciados. El tramo que contacta con la capilla mayor se singulariza de los otros dos por su altura. Su función es la de crucero, no diferenciado en planta, alcanzando su edificación la misma cota que el presbiterio, tanto la nave principal como las colaterales.

    Los tramos más próximos a los pies del templo mantienen las cubiertas originales en las colaterales, mientras que la pérdida de las bóvedas de crucería de la nave central desvirtúa la comprensión del edificio. Las naves laterales tienen una altura inferior a las del crucero en tanto que la central la mantiene.

    El acceso a la Iglesia se practica en el muro occidental a través de una portada adintelada del siglo XVII.
 

Plano de la iglesia
    El cuerpo de la iglesia, edificado a la vez, no reviste especial interés habiéndose eliminado los soportes cilíndricos en favor de pilares cruciformes rematados por pilastras cajeadas más del gusto estético de finales de siglo. Las naves se iluminan gracias a ventanas alargadas de medio punto, a veces apuntadas, mal distribuidas que reflejan la falta de dirección en la obra; a los pies un óculo corona la entrada. Si en el uso de los soportes se ve una cierta sensibilidad por las nuevas formas constructivas no se puede decir lo mismo del empleo de los contrafuertes exteriores y sobre todo de la cubierta a base de bóvedas de crucería finalizando el siglo XVI e incluso en los albores del siguiente. Símbolo de arcaísmo, se explica por la lentitud de las obras, efectuándose las cubiertas al menos un cuarto de siglo después del proyecto constructivo, así como por el alejamiento en que se encuentra la villa de los centros divulgadores de las nuevas corrientes. Con todo, la desaparición de la techumbre original en los tramos de los pies de la nave central además de la del presbiterio, a excepción de la bóveda del ábside, dificulta la lectura arquitectónica del templo. 

    A los pies, sobre el tramo de la nave del Evangelio, se levanta la torre cuya altura es semejante a la del crucero.  Actualmente sólo se conserva el paño occidental habiendo sido modernamente reconstruido el resto.



    El ábside es excelente con una ventana del siglo XV. Los retablos son churriguerescos. Hay cuatro buenos cobres en la iglesia y antiguos libros de pergaminos.

    El templo data en su parte principal y más antigua del siglo XVI, y mide 40 metros de longitud por 22 de anchura, todo él de piedra, excepto parte de la modesta torre del campanario, que es de ladrillo.

    Aunque inicialmente se proyectó con grandeza, sólo el presbiterio y el transepto se terminaron dignamente.

    Comenzando por los pies del templo, la fachada, en que se abre la puerta de entrada, construida en el siglo XVII, ofrece dos cuerpos salientes muy robustos, aptos para elevar sobre ellos dos torres, que no llegaron a construirse; los dos primeros tramos de las naves laterales van cubiertos con bóveda de crucería múltiple al modo gótico - renacentista de Castilla, y la nave central se cubre con sencillo artesonado cubierto de yeso.

    El transepto es de gran altura y va cerrado con bóvedas de crucería múltiple alemana, y lo mismo la cabecera, que en su primer tramo se alumbra con un amplio ventanal del Renacimiento. El ábside no tiene luces.

    El primer tramo del presbiterio ofrece en sus muros dos arcos ciegos, que ocupan dos retablos; después se estrecha mediante dos pechinas de ángulo y termina en ábside poligonal, donde se destaca el retablo mayor.