Limita con los términos de Villaconancio al Norte y Oeste, Castrillo de Don Juan al Este y Hérmedes de Cerrato al Sur. El relieve es llano en el páramo y ondulado en el resto. Atraviesa el término el arroyo de Valdefranco, afluente del Pisuerga en la Cuenca del Duero. El clima es mediterráneo continental. Produce cereales, vid y remolacha; ganados ovino y bovino.
El Mesón los Torreros ha aprovechado antiguas cuevas habitadas en tiempos pasados. Consta de unos doce departamentos, unidos unos con otros, procedentes de las dependencias de tres antiguas cuevas. Techo de yeso en cristales al natural, y se ha tenido el gusto de aprovechar una primitiva cuadra o pesebre, de cuyo fondo se proyecta la iluminación que resalta la blancura de las piedras redondas que sirven de adorno, así como otro de los departamentos proviene de la antigua cocina. Constituye en conjunto un lugar acogedor y típico. Y más alto en la ladera de este mesón se sitúa la cuesta denominada de "la Horca", por la fama que se ha ido transmitiendo de las ejecuciones o ajusticiamientos efectuados en tal lugar.
Su origen posiblemente sea prerromano como indica
el topónimo "ce-vico" (poblado murado). En la Cuesta de la
Horca, anteriormente citada, recientemente se han localizado vestigios
y materiales arqueológicos, que corroboran la existencia de un castro
murado en plena Edad del Bronce. En el siglo X ya se mienta, documentalmente,
a Cevico Navero como lugar murado, conservando en la actualidad parte de
sus murallas y dos de las puertas o arcos de acceso.
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Debido a su magnífica situación geográfica, esta villa ya estuvo poblada por los romanos, apareciendo el nombre de "Cevic Nabero" en un documento del año 1059, en el que el Rey Don Fernando I confirma las donaciones hechas a la diócesis palentina por su padre D. Sancho.
Cevico Navero tenía castillo, que se ubicaba en el "Mons Floridus" y que el Rey Alfonso VIII donó al Obispo de Palencia.
La plaza mayor está presidida por un esbelto rollo plateresco.
Perteneció desde el siglo X a la merindad de Cerrato, con capital en Palenzuela.
En una de sus calles se mantiene en pie una excelente casa hidalga del siglo XVI, con escudos de la Cofradía de la Vera Cruz.
La primitiva iglesia parroquial de Cevico Navero
estuvo bajo la advocación de Santa María, hoy lo es de Nuestra
Señora de la Paz. Su datación puede estimarse en el tránsito
de los siglos XII al XIII. La puerta de entrada es románica.
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Su interior presenta tres naves con pilares de los que arrancan arcos de medio punto doblados. La nave central, las laterales y la capilla mayor se cubren con artesonados. En el ábside de la nave del Evangelio aparecen dos tramos de bóveda de crucería. En las columnas de la nave de la Epístola se conservan capiteles románicos de finales del siglo XII con representaciones animalísticas y otro con figuras de guerreros que martirizan a un santo desnudo.
Existe una ermita dedicada a Nuestra Señora del Carmen, obra del siglo XIX.
Ateniéndonos a la toponimia, el nombre del pueblo significa: "la villa en la llanura pantanosa o encharcada".
MONASTERIO DE SAN PELAYO DEL CERRATO
Saliendo del núcleo urbano, a unos 2 km al norte por la carretera que conduce a Antigüedad, se encuentran los restos de un monasterio, el de San Pelayo. En la actualidad como puede observarse en las fotografías está abandonado y en ruinas. No ha habido restauraciones y tan sólo se conservan partes de la iglesia y algunos lienzos del claustro.
En 934 Oveco Díaz y su esposa Gutina dan al abad Pedro y a sus monjes la heredad de Valdeavellano, en 1145, bajo la protección de Alfonso VII, pasa a los Canónigos Regulares y en 1156 o 1159 a los Premostratenses. Fue filial de Nuestra Señora de la Vid (Burgos)
Origen histórico
El santo bajo cuya advocación se funda el monasterio, y el sello de algunas escrituras con su martirio pintado lo confirman, es sin duda un joven cristiano martirizado en tierra de moros.
La escritura más antigua que poseemos es una
carta testamentaria que perteneció al archivo del monasterio. En
ella se nos dice que en la era 972, es decir, en el año 934, reinando
el príncipe Ramiro II (931-951) y siendo conde de Castilla Fredenandus,
Fernán Gónzález, Oveco Díaz y su esposa Gutina
junto con sus hijos dan al abad del monasterio de San Pelayo, Pedro, en
remisión de sus pecados, unas tierras que se extienden hasta Cevico.
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Si la muerte de San Pelayo ocurrió alrededor
del año 920, y ya se habla del monasterio de San Pelayo de Cerrato
(934) en el reinado de Ramiro II, poca diferencia de años debió
de haber entre su martirio y esta fundación. Ahora bien, en estas
fechas la orden premonstratense no se había fundado y por tanto
este monasterio no podía estar ocupado por monjes pertenecientes
a ella. Todo parece indicar que pertenecía a la orden de San Benito.
Veinticinco años más tarde de que se fundara la orden premonstratense
(1145) y el mismo año en que se funda el monasterio de La Vid, el
de San Pelayo de Cerrato comenzó a pertenecer a esa orden
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