La mayor parte de estos oficios han desaparecido, sus artesanos han fallecido, se han jubilado o han cambiado de oficio. Han contribuido a su desaparición la mecanización de las labores agrícolas y la aparición de nuevos materiales más baratos.
Herrero (Venancio Bombín, Atanasio Bombín, Trífilo Bombín, EubilioBombín, Sergio Bombín, Afrodisio Bombín. En la actualidad, Luis Bombín regenta el taller mecánico). Es uno de los oficios tradicionales que aún se mantiene en el pueblo. Antes preparaba las rejas para los arados, confeccionaba los elementos metálicos del carro y aunque aún sigue colocando rejas, arreglando arados, ha introducido en su taller la soldadura eléctrica en la mayoría de sus trabajos. A esta labor se ha unido la fabricación de puertas de chapa y verjas de hierro para las ventanas.
El oficio de carretero (Venancio y Atanasio
Bombín) se complementaba con el oficio de herrero. En ocasiones
hacían además mobiliario para la casa o útiles para
las faenas agrícolas. Podían además dedicarse a la
fabricación de cubas y carrales, y a su reparación.
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Herrador (Flumencio Benito). El empleo de animales de tiro, machos, caballos y burros o bueyes, tenía como necesidad la colocación en sus cascos de herraduras que evitaban el desgaste de los mismos, al tiempo que les libraba de golpes fortuitos en su trabajo. La colocación y sustitución de las herraduras se convierte en oficio más o menos estable; podía estar unido al oficio de herrero, pero no necesariamente.
Aquí no había componedores o estañadores, pero al pueblo llegaban varios ambulantes. Equipado básicamente con un soldador ponía "pegotes" de estaño en baldes, calderos, paraguas...
Guarnicionero (Jacinto Sanz y su hijo Daniel, dedicado después a la crianza de pollos y en la actualidad jubilado). Hacía arreos para las caballerías, que, ajustados a la talla de las bestias, facilitaban sus movimientos al tiempo que les evitaban roces, molestias y golpes en su cotidiano ejercicio de tiro.
El zapatero (Manuel Gómez, Máximo
Hortelano y Leandro Niño) remendón se dedicaba al arreglo
de los zapatos y confección de alguna que otra sandalia.
Tejero (Tomás Perote, quien tenía
la fábrica en Fombellida, se dedicaba a la fabricación de
tejas y ladrillos). Al parecer hubo en tiempos una fábrica de tejas;
de ahí que cierto término de Castrillo reciba el nombre de
La
Tejera.
Esquilador (Vitoriano Campos, Sixto Campos, Eustaquio Campos, Emiliano Bombín, Ángel Campos, Javier Campos y Ezequiel Campos). Los animales de tiro, mulos y asnos, necesitaban ser pelados, bien por higiene o bien para evitar que sudasen en exceso. El oficio de esquilador no era de plena dedicación; lo alternaban con otros trabajos. |
Otros establecimientos, oficios y profesiones:
Cualquiera que tuviera mulas hacía de acarreador;
el adobero (Restituto Bartolomé, tío Perpetuo Bartolomé,
Alejandro Núñez, Manolo Díez), el albañil
(Leandro y Balbino Hortelano);
alguacil (Vicente, padre de Dolores;
en la actualidad se encarga Agustín), el apicultor (Santiago
Hernando, Gonza Niño, Vitoriano Carrascal, Tarilonte, José
Luis Niño, Conchi Hortelano...); el arroyero que hacía
arroyos a mano (Sabiniano Arraiza, Gregorio Aragón, Blas Arraiza,
Daciano Mozo, Segis); el avicultor (Santiago, Vitorino Martín);
el barbero (Gregorio, Ángel y Leandro); el cabrero
(Celestino Román, Félix, Niño, Onofre Rubio); el caminero
(Román Arraiza, Ramiro Alejos); el cartero (Anastasio y después
su hijo Glicerio); el electricista (cuando Julián Reyes producía
luz en el molino, sus hijos hacían de electricistas); el farmacéutico
(Arsenio Laso); el guarda (Crescenciano, Virgilio); el juez
(Pablo Aragón, Gerardo Benito, Pablo Núñez, Gregorio
Mozo, Gabriel Benito, Alfonso Escudero...); la lechera (Ascensión
Arraiza, Concha, Pilar Arraiza, tío Santiago); el molinero
(Julián Reyes); el mochil, joven que lleva la comida a los
que trabajan en el campo (Edmundo); la matrona (comadrona) (la señora
Crisanta, Benita Ahíta); los
pastores (Julián, Venteros);
el pastor de machos o de mulas (Moisés y Gregorio); el pescatero
(Vitorino Nieto, Dario Niño, Valerico Núñez); el sacristán
(Leandro); el sastre (Moisés Martínez y Siro Martínez);
el veterinario (Julio Vallejo, Isidoro García, Cándido,
Jesús, Evelio)...
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Los obreros que iban a los montes se dedicaban a hacer carbón vegetal. De encina fundamentalmente.
Hasta hace veinte años, Santiago Hernando poseía una tienda de ultramarinos. También Angelita Amón tuvo una de similares características, en la que se vendían desde cañas de hilo hasta zapatillas.
Francisco Niño, padre del Darío, poseía una carnicería en el lugar donde después se situó el bar de la tía Pilar (mira si ha llovido desde entonces). También la tuvieron Artemio Niño en la calle Antanilla; Gerardo Benito (tía Esperanza) en la calle Piloncillo y Darío Niño en la plaza (ahora la lleva su hija Crucita).
La tía Crisanta y Francisco Bartolomé
tenían una panadería donde vive la Florencia. Conservan
aún el horno de hacer el pan. De esta hace ya 60 años. Su
hermano, Marcos Bartolomé, la ha tenido después en la plazetuela.
Crescente Carrascal la tuvo en la Solana (por el año 46, en la posguerra).
Isaac Bartolomé tuvo durante dos o tres años la panadería
del tío Moreno. Otra panadería la tenía Ireneo Hernando
"Farrán" en la calle las Bodegas. También la Nicéfora
tuvo una panadería en la calle Arrabal.
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En la plaza (donde ahora tiene la casa Pura) estaba el bar de la tía Pilar. Era costumbre ir a tomar por las mañanas el aguardiente y por la tarde el café. En el año 68 se traspasó a un local situado justo enfrente; este último conocido como bar Felicidad Gómez. Durante unos años siguieron dando el aguardiente en el bar antiguo y tomaban el café en el nuevo.
Tarsicio Niño poseía un bar (allá por el 50) que se situaba en la antigua Solana, donde vive en la actualidad su hijo Gonza. Victorino Martín, en la plazetuela, donde vive Julián Román. El señor Leoncio, suegro del Ricardo, poseía también otro bar, donde viven ahora sus hijas.
El Darío puso el bar después de dejarlo
el Tarsicio y el Vitorino (allá por el 55).
El tío Germán (Gómez), marido
de la tía Pilar (Arraiza) poseía una fábrica de
aguardientes. Se localizaba en la calle Arrabal. En la calle Piloncillo
había otra de Vitorino Nieto. Estamos hablando de hace más
de cincuenta años.
Posada. Donde se daba cuadra para los machos, comida y cama. Se encargaba Santiago Hernando Farrán y su hija Sofronia. Situada junto a las actuales cooperativas textiles, en la calle Real. Una posada anterior en el tiempo era la del "tío Marujo", abuelo de Santiago Benito (padre). Esta se ubicaba en la plaza de los Caídos. Antigua posada |
Señalamos a continuación la relación de médicos que ha tenido el pueblo en los últimos años: Hilario Dorado Ortiz (50 años) - da nombre a las escuelas; fue alcalde; Don José Luis, el de Tórtoles; Don Ángel; Don Juan Gallego Murillo; Don Francisco Arranz Sever (Pachi); Don Octavio; Don Melitón Villalobos.
Antiguamente los médicos residían en el pueblo, de forma que siempre estaban dispuestos para una urgencia a cualquier hora del día. Ahora tienen que venir de Baltanás o desplazarse uno mismo hasta el Centro de Salud de la citada localidad.
Entre otros alcaldes que hemos tenido, cabe
citar: Don José Luis Bilbao, Don Hilario, Glicerio, Luis Dorado,
Antonio Iglesias y Venancio Aragón.
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Han sido muchos los maestros que se han sucedido en las escuelas de Castrillo. Hasta hace unos años, varios maestros se encargaban de la educación de los niños. Hubo un tiempo en que llegó a haber hasta cinco maestros. En la actualidad, basta una sola profesora.
Entre todos ellos citamos: Don José Luis Bilbao, Doña Celsa, Don Blas, Don Servilio, Doña Sira, Doña Raquel, Don Juan Ramón Lagunilla y su mujer Doña Rita, Don Julián Villarroel y Doña Flori, que se ha hecho cargo de las escuelas desde hace unos veinte años.