por Clemente Carrascal Campos (1994) |
qué falta de cariño, y qué enfermo me siento y aunque me muera ¡qué! ya, a nadie le importa nada; si estoy solo por la noche y solo por la mañana sólo me queda el consuelo que Dios me dejó al nacer que al partir de este mundo acabe de padecer. Si esta vida todo es lucha como las olas del amor que apenas dejan aliento para querer, y para amar. El día que yo me muera no deseo funerales quisiera que todo el mundo vaya entonando cantares Si es que hago testamento asó lo haré constar ¡que nadie llore por mi que quiero oirles cantar! que canten los niños y mayores porque ya no sentiré en mi cuerpo los dolores se acabará el sufrimiento y también la soledad estaré donde Dios quiera para toda la eternidad. |