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PUEBLO MÍO |
y luzcas piedras de romana vía en tu vieja Castilla cual vigía firme estás Castronuevo pueblo mío. Oasis de paz, el silencio que ansío
En su latir pregona el campanario
Hondo guardas al viento las baladas,
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QUERIDO CASTRONUEVO |
era la fuente que en mi pueblo junto al pretil había. Por sus caños humanidad vertía era lugar de cita de la gente. Con sus chorros de agua
No tembló nunca
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¡Oh!, banda de cornetas y tambores que alienta sueños, nostalgias y amores en redobles de bella sinfonía. Eres de Castronuevo la alegría
Vibrante la corneta ha resonado
Baile y rezo a la vez, y el gran portento;
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de un manto blanco de tierra encalada y por piedras y losas la fachada, campea mi bodega tan querida. Siempre la veo al recorrer mi vida;
Conozco su interior a cierraojos,
Por su zarcera he visto echar las uvas
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y el estiércol alfombra parecía; trágico sino va a marcar el día, ver a la parca en fasto colmada. Silente deja el puerco su morada
Estallan en el aire los quejidos,
Fluye la sangre, cesan los gemidos
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recubierto de musgo y sonrosado, es relicario en el que está guardada de un viejo colmenar su historia, pues. En derredor verás que todo es mies,
Pero no hay lilos ya, ni ya hay romero
Cual ocre boya en un mar de sarmientos,
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como troncos resecos y rugosos de una arboleda de olmos añosos, doce piedras formaban el salero. De las ovejas eran comedero
Cuando en verano, ya al atardecer,
y si pastor y perro se lucían
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salpicado de rojas amapolas. Ha llegado el estío y todo el campo -montes, valles, laderas-, se ha erizado de doradas espigas seductoras. La mies se mece al viento y ondulea
Asoma el sol, brumado aún por la aurora,
Ya se oye el son de sierras y de rastros,
Y por entre las pajas del rastrojo,
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y en el silencio de la madrugada sólo unas voces se oyen aisladas, la ronca y cariñosa de un mulero y la de un gallo de granja cercana. Todavía en el cielo se veía
Y con la luz del alba en el rastrojo
Ya el cargador extiende los armajes,
Ya la horca de purrir toma el mulero
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la mies acarreada en la mañana se tiende como esponja en el anillo, para ser oreada del rocío que el relente manó en la madrugada. Y en tanto el sol calienta las espigas
Es la hora alegre del sabroso almuerzo,
La hora libre y de holganza del ganado
Ya finado el descanso relajante |
con su rítmica danza circulante y el sonoro crujir de las espigas. A pie firme o sentados en los trillos
Todo queda en quietud, todo es silencio,
Ya no se ve la espiga y grano y paja
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cuán bello es tu gris perla y hasta el viento, y tu cielo empedrado, las nubes y el aliento y el suave noroeste tan ansiado. Qué importa que en la era
Sin pausa, lentamente,
Y como agua en la fuente,
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como senos gigantes, han brotado un muelo de oro miel, trigo dorado, y un alto pajiguero, guarda cera. Ya entró el rayo de sol en la panera
Como blanco mantel se ve la trilla
más pronto, brota en ella la semilla
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