Un año más, en este mismo lugar, nos disponemos a dar inicio a las que ya podemos denominar “tradicionales FIESTAS DEL VERANO”. En esta ocasión, hemos sido elegidos para dar oficialidad a este inicio, los que nacimos hace 50 años, en 1959. Queremos, por tanto, que nuestro primer agradecimiento vaya dirigido a la Asociación SAN ANTONIO DE PADUA, al Ayuntamiento y resto de colaboradores, y a todos los participantes, no tanto por habernos elegido para realizar este pregón, sino por su esfuerzo en la organización y desarrollo de estas fiestas.

Permitidnos también que nuestro primer recuerdo sea para los que nos han dejado a lo largo de este año y, de una manera  especial, para Clemente, como predecesor nuestro en este oficio de pregonero.  Todos ellos hoy también están aquí.
 

Un año más, nos volvemos a encontrar en esta plaza, unidos, dispuestos a participar y disfrutar de las Fiestas.

Plaza de Castilla y León figura escrito en la placa situada en esta misma fachada, pero, para nosotros como para todos vosotros, esta plaza es algo más que un nombre. Ésta, nuestra plaza,  representa como en ningún otro sitio el nexo de unión de todo un pueblo, de su vida y de su historia.

En pocos pueblos o ciudades, casi me atrevería a decir que en ninguno, existe un lugar que tenga la presencia y el protagonismo que tiene la plaza de Castrillo. Estoy seguro que Berlanga, Delibes o cualquier otro contador de historias la hubiesen elegido, de haberla conocido,  para ambientar alguna de sus creaciones: tenemos la Iglesia, el Ayuntamiento, los bares, el Banco, la tienda, la fuente con su estatua….. Lo tiene todo. Pero no es sólo lo que tiene. Seguro que es más importante todo lo que en ella ha sucedido, sucede y, Dios lo quiera, sucederá.

Recordemos.

Aquí se han fotografiado los recién casados, los bautizados, los confirmados, los quintos, los cincuentones y los sesentones.

Aquí se han bailado jotas, boleros, pasodobles, rumbas, salsas y rockanroles. Han cantado y bailado rusos, mejicanos, cubanos, ucranianos e, incluso, castellanos.

Hemos comido el cocido en vendimias, la matanza en febrero, sopas de ajo, chocolate, aguardientes, queimadas, chorizadas y pancetazas.

Aquí se encienden hogueras; en Nochevieja para cantarla y en San Juan para saltarla.

Ha sido punto de encuentro de yuntas, jornaleros, excursionistas y juerguistas.

Lugar de tertulia después de misa para hablar del sermón o para comentar las elecciones y las subvenciones esperando al pandero.

Como se dice ahora: “es lo que tiene”. Y es que, en ella,  siempre tenemos un lugar al sol o a la sombra según convenga.

En esta plaza se ha jugado al frontón hace años, han saltado las chispas de los tangos, ha rodado el dado de las arquillas, han corrido los niños por sentarse en una silla o por ganar una milla.

Pero además, por esta plaza, todos los años, sin faltar ninguno, se pasean las más altas personalidades con sus más ilustres cortejos: un portugués, de Lisboa, afincado en Padua, y con nombre Antonio se pasea por ella todos los trece de junio con gran comitiva de vivas, tamboriles y dulzainas. Un madrileño, llamado Isidro, cansado del ruido y la contaminación de la capital, se da una vuelta todos los quince de mayo a respirar aire puro y echar un vistazo al campo porque, al fin y al cabo, él también es labrador.

Y el Niño, que en el mes de enero y con la cara descubierta desafía al frío matinal con tal de ver bailar unas jotas. Este Niño, que unos meses más tarde se encontrará con su Madre en la hermana pequeña de esta plaza, la placetuela, y, ya juntos, con todos nosotros, desfilarán hasta la vecina iglesia.

Y siendo testigo mudo de todo lo que aquí acontece, nuestra más respetada señora: la Segadora. Siempre atenta, vigilante y protectora, recordándonos con su hoz y su haz que fue ella quien enseñó al hombre el arte de cultivar la tierra, de sembrar, recoger el trigo y elaborar el pan. No nos olvidemos que Castrillo ha sido, es y será esencialmente labrador.

Así que en esta plaza es donde los nacidos en el año cincuenta y nueve del pasado siglo queremos veros a todos durante estas fiestas: a los niños jugando, a los jóvenes organizando y alegrando, y a los mayores disfrutando.

Este es nuestro mandato: SED FELICES

MUCHAS GRACIAS Y FELICES FIESTAS CASTRILLO