Poesías de Máximo Díez
CASTRILLO DE DON JUAN (soneto 1)
Yo quiero comparar a nuestra villa
con las piedras preciosas engastadas
en metales muy nobles, que acabadas
alcanzan un valor que maravilla.
Como rubí, zafiro o lis que brilla
envuelto en oro o plata; como amadas
joyas por los amantes entregadas,
Castrillo es un regalo de Castilla.
Sus fuentes con sus hilos cristalinos,
que le rodean por doquier, le abrazan
con su líquido tul, y entre los trinos
adornan su valor y le solazan.
  El oro y el añil lo dan sus vinos,
y sus mieses le cierran y atenazan.
CASTRILLO DE DON JUAN (soneto 2)
Castrillo, entre colinas semioculto,
siempre esforzado, sin salir a flote
ni alcanzar la llanura. Cual Quijote
orgulloso, lejano, alegre, culto.
Quisiera que los libros que consulto
hablaran de mi pueblo, de su dote,
incluso de su nombre y de su mote,
pero todo es fracaso, nada, insulto.
Tus pies besa y refresca con dulzura
con sus hilos de plata un riachuelo
casi seco en verano.  Y en la altura,
arrampando la cuesta, vista al cielo,
el verdor, el azul y la blancura
de pinos, firmamento, luz y suelo.
ROMANCE A LA FUENTE "LA SEGADORA"
Cuatro caños, añoranza,
de tertulias en la plaza,
de reunión de ganados,
cántaros, mozos, zagalas,
arrieros y lavanderas,
mayores y chiquillada;
hervidero de noticias
y contactos junto al agua
Mudo testigo en lo alto,
la Segadora gallarda,
oídos sordos de piedra
do rebotan las palabras,
¡Cuánto sabes de cansancios,
de sedes de enamoradas,
de otros pueblos y otras gentes
que a refrescarse en ti paran
y llevan en sus botijos
una parte tuya a casa,
un recuerdo de tu imagen,
un regalo en su garganta!
Agua nerviosa, alcalina,
que por cuatro heridas sangra
a borbotones, en chorros
retorcidos o en cascada
¡Cuántas noches del invierno
has servido de sonaja
o canción de cuna alegre
a los niños en la cama!
¡Cuántas has acompañado
y ocultado en tu arrullada
melodía, las pendencias
o las penas de la amada!
¡Y cuántas tardes de Agosto,
cuando el sol más apretaba,
en el frescor del pilillo
los pájaros se bañaban,
y chavales con los palos
a remojarse jugaban
dando palos al pilón
o echándose el agua a palmadas!
¡Qué recuerdos del pasado!
¡Qué presencia de la infancia!
¡Qué visiones placenteras
y qué sensación tan grata!
Un día llegó el progreso,
la comodidad, las máquinas,
y ya no se oye el murmullo
que antes siempre se escuchaba.
Y los cuatro hermosos caños
están secos, ya no manan,
ya no refrescan ni alegran
las mañas con su plata.
Y estamos todos tan tristes,
incluida hasta la estatua
que deja su pedestal
y a llorar sola se guarda.
Hoy ya no existe la fuente;
sólo queda una cascada
que en las fiestas nos recuerda
algo de antaño: aquel agua.
El jardín multicolor
en la primavera diáfana
ha hecho volver a la diosa
a su posición. 
Mañana
las nuevas generaciones
no se acordarán de nada;
pero los que lo hemos visto
no lo olvidamos: ¡PALABRA!
ROMANCE A LA FUENTE HONTORIA
Fuente Hontoria, fuente Hontoria, 
agua cristalina y clara, 
la tierra que ahora tu riegas 
te sacó de sus entrañas.
Naces en el sotovalle, 
estallas, como con rabia, 
en apretados torrentes 
y retorcidas cascadas.
Las dos 'coletas' nerviosas 
que por tus dos caños manan 
se suavizan y, tranquilas, 
recorren la pila larga; 
y al final del recorrido, 
cuando el pilón ya se acaba, 
vuelve a ponerse mohína 
y hacia la caída avanza.
Como chiquillos con prisa 
o cual reses a la cuadra, 
así se agolpa y se aprieta 
al salir del 'prisma' el agua.
Vuelve a sonar la canción 
monótona, acompasado, 
que se escuchó más atrás 
al salir por la cañada; 
pero ha cambiado de tono, 
suena más apaciguada, 
puede que el sentirse libre 
la haya hecho menos cuitada.
Ya juega con los colores 
enredándose en el aura, 
ya rompe en siete pedazos 
la monótona luz blanca 
del sol, que al nacer el día 
a refrescar la garganta 
ha bajado hasta la fuente 
y de la fuente no marcha.
Más tarde acuden los pájaros, 
las perdices y alimañas; 
y el pastor con su rebaño 
también por el sitio pasa. 
En las tardes del verano, 
cuando más el sol abrasa, 
llega a su lado, y se sienta
algún turista o de casa.
Y el agua parece el mismo, 
y la frescura y la calma, 
y la claridad sonora 
de sus colores de plata ...
Y es que cambia tan despacio, 
se mueve tan recatada, 
que se va como sin irse, 
de puntillas, cabizbaja.
La chopera en derredor 
con su sombra la acompaña 
e invita a tomar asiento 
al caminante que para. 
La tarde juega, melosa, 
entre su pelo enredada, 
y el sol se pierde y oculta 
entre las piedras la cara ...
La noche avanza serena, 
la oscuridad todo acalla. 
Y en el medio del silencio, 
como alegre serenata, 
se escucha claro el rumor 
del chapoteo del agua.
Las estrellas, envidiosas, 
se asoman también, y apagan 
su sed en la fuente.  El aire 
celoso pasa la palma 
y la roza con sus dedos 
invisibles, mas el agua 
se estremece, se avergüenza 
y suaves ondas levanta.
La luna acude asimismo 
a la cita programada, 
y allí ocupa su lugar 
luciendo la mejor gala. 
Todos, en fin, quieren verte, 
todos te ti tienen ansia: 
hombres, tierras animales, 
astros, sol, luna y el aura.
Fuente Hontoria!, ¡Fuente Hontoria!
¡la fuente más visitada!
EL PALACIO DEL CONDE DE ORGAZ EN CASTRILLO DE DON JUAN
Las almenas raídas lo rodean 
blanqueando de piedra sus caderas, 
bordeando del monte las laderas 
y asustando a las gentes que pasean.
Las piedras inclinadas de su foso 
presagian otros tiempos de esplendores, 
parapeto elevado y corredores 
prestos son al asalto y al acoso.
Tapiales medio en ruinas, desgastados 
por el peso del tiempo justiciero, 
por los vientos, la nieve, el aguacero, 
que implacables azotan todos lados.
El mortero erosivo ha ido dejando 
al descubierto los muñones secos 
de maderas añosas.  En los huecos, 
palomas y otras aves van criando.
La torre mayestático se empina 
de puntillas.  Se mira, sobre el valle, 
en el río gentil que, con su talle 
plateado, da vuelta a la colina.
La puerta con ojiva y las ventanas, 
enmarcadas en piedra primorosa, 
nos anuncian tarea trabajosa 
de canteros: sudores y jaranas.
Las estancias y salas en las plantas 
indican acomodo y abolengo. 
Y, si me fijo más, tal vez convengo 
que hubo personas buenas, cosas santas.
El patio de columnas festonado, 
con el pozo en el centro, se ha dormido 
en la quietud del tiempo envejecido, 
y un ósculo vital siempre ha esperado.
Todo el palacio, en fin, forma un conjunto 
medio en ruinas ayer, antes orgullo 
de cuantos le admiraban.  Hoy murmullo 
de voces inconcretas, de "otro asunto"
Quisiera recordarte con cariño
cuando alegre jugaba entre la piedra, 
y lanzándome abajo, por la tierra, 
rodaba dando vueltas, siendo un niño.
Pero todo fue ayer, ya ha concluido
la historia del Palacio Delgadillo,
grandeza en el pasado de Castrillo
y añoranza entre escombros derruido.
NOCHE OSCURA
Mirar del alma el más profundo centro,
ahondarse en las entrañas de uno mismo
y descubrir vacío, el gran abismo;
oscuridad, silencio, nada, dentro.

Angustia, al arriesgarse en el encuentro,
perderse en enervado paroxismo
sin saber la razón del misticismo
que ensombrece la noche a que me afrento.

¿Es eso revivir la noche oscura?
Es necesario atravesar el velo
que abraza el corazón con su negrura.

¡Rompe, por fin, Jesús, resucitando,
la tiniebla interior, danos consuelo
y abráceme a tus pies, Señor, amando!

Máximo Diez Bartolomé
Palencia, Semana Santa, 2002.
AL RÍO ESGUEVA
(Soneto)
Al arrullo lejano de los cantos,
que se elevan en loa gregoriana,
naces, con rigidez casi espartana,
ahogando de las rocas los quebrantos.

Te atisba en levedad, entre los mantos
verdes, pardos y claros, la  mañana;
y es burgalesa tu niñez temprana
que adormece, en las vegas, tus encantos.

Te despides, ya mozo y cangrejero,
en Pucela y te entregas al Pisuerga
nominando, a tu paso, nobles villas.

Mas has querido, Esgueva, darte entero,
sin mudar a Castrillo con la jerga,
regándole, al pasar, tus dos orillas.

Máximo Diez Bartolomé
Palencia, abril, 2006