Pregón de las fiestas de San Antonio de 1980
Reina y damas de amor y de belleza,
autoridades de Castrillo, amigos....
Con las mismas palabras empezaba
aquel pregón de fiestas patronales
que pronunciare por honroso encargo
hace unos años ya, Me honra de nuevo
la Comisión de fiestas de mi pueblo
al encargarme una labor tan grata.
Todos sabéis que el dicho decidero
apunta lo difícil que resulta
la labor de profeta en tierra propia
también sabéis de otro refrán que dice:
jamás segundas partes fueron buenas.
Mas no me importa mucho: acepto el riesgo
apuntalado en vuestra confianza
y aquí estoy otra vez de pregonero
de una nueva función de San Antonio.
Cuando se acerca la sagrada fecha
de San Antonio, temblorosos ritmos
aceleran ausentes corazones.
Y en los variados puntos de esta España
que riegan de sudor los castellanos,
hay hombres y mujeres de Castrillo
que sueñan con volver a sus raíces.
Vaya por tanto mi primer recuerdo
para todos aquellos que no puedan
pasar esta función entre los suyos.
por ellos alzo aquí mí voz al viento
y si es verdad lo que la copla añeja
el viento ha de llevarles mis cantares
y así podrán tener grata noticia
de que hay una abundante primavera,
de verdores nutricios en el campo
de trigos y cebadas ya encerados
con la esperanza de apretada espiga
que ya empieza a inclinarse en reverencias
agradeciendo bendición del cielo.
La voluntad del Dios íbero
suele sumir en miedos y zozobras
los castellanos pueblos labradores.
Hay un alerta permanente y vivo,
un despertar del sol y de la nube
el turbión desatado, la crecida,
el estrago implacable del pedrisco,
el hielo, el secarral, duros azotes
que pueden acabar en unas horas
con la entera ilusión de todo un año.
Mas cuando vienen estas primaveras
y hay abundancia en los amados campos,
se serenan los pechos labradores
y hay un contagio cierto de alegría
que propicia unas fiestas más rumbosas.

Por eso creo que este San Antonio
ha de cobrar un imponente brillo.
En mi humilde labor de pregonero
pido que todo el pueblo participe
en las alegres fiestas patronales,
y que nuestro Castrillo siga siendo
el pueblo acogedor, sano y alegre,
cita de juventud de la comarca,
punto de unión de Esgueva y de Cerrato.

Me he preguntado repetidas veces
¿dónde tendrá Castrillo su secreto,
por qué despertará tantos amores
entre las nobles almas de sus hijos,
por qué las juventudes forasteras
se encuentran tan a gusto entre nosotros?
Y he logrado encontrar como respuesta
el arte incomparable de sus gentes
en saber engarzar a puro mimo
la tradición sagrada y el progreso.
Para amorar costumbres venerables
hay que vivir en las ciudades frías
hay que pisar sobre el cemento muerto,
esclavos de las prisas y del miedo,
siempre sedientos de la madre tierra.
Lejos de aquí, tomamos pulso al año
abriendo el viejo arcón de los recuerdos,
canciones de pastores y quintadas
anuncian la venida de los Reyes,
por las nutricias aguas de San Marcos
se apuntan garbanzales sementeras;
hay luego un despertar de caracoles,
al mismo tiempo que la oveja churra
demanda el ordeñar de los abriles.
Limonada pascual del mocerío,
rosquilla compañera de aguardiente,
y esas flores de mayo, golondrinas
santiguando tonadas y pajares,
mientras alegres tropas infantiles.
libran juegos de tango y de peonza.

Junio es clamor de machos perdiceros,
cuando los mares de enceradas mieses
necesitan canciones de rastrojo

Viene luego el verano, duros soles
forjando el alma noble de Castilla,
con alivio de frescas alamedas
y claros manantiales cantarines,
con la bodega, soberano invento
para matar las grandes sofoquinas
graduando el calor en la escalera.

Canciones de vendimias del otoño
cuando el campo se asorda de escopetas
Castrillo en este tiempo se enternece
con olores de mosto y de parrilla;
de los chopos desgrana el oro viejo
y la tierra recobra nueva vida
con la dura labor de sementera.

Y luego la invernada, amor del fuego
y un mimoso trajín de las matanzas
que enriquecen despensas envidiables.
Tienen escrito los gourmets expertos
que el arte culinario de Castilla
es hacer un manjar de la pobreza.
Y esto es bien cierto, pues difícilmente
podría degustarse en otra parte
el cocido de aquí, la sopa de ajo,
la patata en cazuela zamorana
o el bacalao con salsa de tomate.
Pero hay también una cocina rica,
unos guisos do lujo incomparables.
Aunque no soy gastrónomo entendido
ya me he sentado en suficientes mesas
para decir sin miedo a equivocarme
que nunca degusté como en Castrillo
las apretadas carnes de la liebre
la estoposa perdiz, los caracoles,
las setas y el cangrejo patizambo.

Y hay un plato en Castrillo que podría
ser primero en la mesa más preciada:
eso lechazo asado de Darío
que en nada ha de envidiar la fama justa
que tienen los de Roa o los de Aranda

Mas queda otro secreto en este pueblo
el sabor sin igual de sus bodegas,
ya sé, ya sé que el vino de Castrillo
es algo flojo, tiene algo de gusto
es acidillo y pica de revuelto,
pero por lo demás es un gran vino
y bebido allá abajo, al pie de madre
a la luz blanquecina de la vela
se transforma en un caldo incomparable.

La fuerza destructora de los tiempos
está haciendo olvidar viejas costumbres.
Yo lo pido a Castrillo en lo que pueda
que conservo el sabor que lo dio fama,
que no se dejo arrebatar del ritmo
que la época impone sin piedades.
Se puedo progresar sin la renuncia
necesaria a lo bueno que se tiene.
Pobre del pueblo que en borrar se empeña,
y todo fíe en el futuro incierto.

Fiestas de San Antonio. Hoy en lucero
no habrá de despertar a la mañana.
Esa misión la tiene el dulzainero
con sus alegres toques do diana.
Redobla con fervor, tamborilero
que la moza se asoma a la ventana.
Y despierta, despierta compañero
que habrá de echar al vuelo la campana.
Como bulle la iglesia en este día,
que ojos de gloria tiene el Santo mío,
con que brava emoción, con que alegría
le ha empezado a danzar el mocerío
con que potente voz, con cuánto brío
le están echando vivas a porfía.

Y ya estamos metidos en faena.
llegó nuestra función.
Y me parece que es idea buena
el haber elegido a San Antonio
como santo patrón.
Porque es que el paduano
es algo más de nuestro patrimonio,
Hay santa devoción, fervor cristiano
en Castrillo a este santo franciscano
que por hablar hablaba hasta los peces
cuando no disponía de auditorio.
Porque el mandato de su santa mano
hiciera milagros muchas veces,
siendo en verdad notorio
que no hubiera prodigio ni portento
que al buen Antonio se le resistiera.

Paró la tempestad, dominó al viento
puso paz a la fiera...
También obedecianle las aves
que picaban el fruto de los huertos.
Sanó a su voluntad enfermos graves,
resucitó a los muertos.
Salvó a los doce niños que nadaban
en las furiosas aguas del torrente,
Sabio y humilde, bueno y muy prudente,
todos le respetaban;
orador elocuente,
fundador de hermandades, cofradías,
solícito enfermero,
maestro en el saber de teologías
y humilde cocinero.
Todo esto fue Antonio el paduano,
patrono de este pueblo castellano
que devoto le reza.
Buen velador tenemos en el Cielo.
Nunca en el Taumaturgo hubo pereza
para ofrecer favor y dar consuelo.
Sinceramente guardo
gran devoción al Santo milagroso.
mas en tono cordial, respetuoso,
voy a dejar a Antonio en los altares
para cantar las fiestas populares.

Desbordada alegría delirante,
todos a una, aquí no hay forasteroS
buen humor; cortesía, usted primero;
de ninguna manera, usted delante

A bailar y a beber mientras aguante
el cuerpo juvenil y sanfungucro.
Antes que yo se acostara el lucero
que guiñaba a la moza el muy tunante.

Acostarse decías, ¿Quién se acuesta?
no existe la pereza ni hay desgana
y la alegría es única respuesta.
Hay que zurrarle bien a la badana.
Todo seguido porque no hay mañana
ni hay hoy ni ayer cuando es todo una fiesta.

Y estallaron los grupos juveniles.
Bailes al tutiplén, campeonato
de mus, fútbol, desfiles
de adornadas carrozas, tiro al plato
y la traca final de la vaquilla,
Y ya está el mozo ibero con el toro,
una forma sencilla
de darle un capotazo al meteoro
de la muerte en Iberia y en Castilla.
Ella viene enfadada de la dehesa.
Andaba allí pastando los luceros
y a galope veloz la hicieron presa
caballos y lanceros.
Y mugió el capitán de la manada
cuando escuchó al patrón de los chiqueros.
Trae olores de encina y de romeros
y un coraje de novia enamorada
de un semental de belfo tembloroso.
La fiesta va a empezar, suena el cohete,
la testuz almenada asoma al coso,
corre, empuja, atropella, pinta el siete
en pantalón en carne y en camisa.
Hay sustos en la arena
y en los tendidos risa.
a merendar 
y sigue la jarana.
Hay que darle remate
a la noche que muere en el combate
con ese sol triunfante sobre el cerro.
Canta el gallo crestudo, ladra un perro:
os la hora de hacer el chocolate.
Y allá se desparrama el mocerío
mientras el nuevo día despereza;
reluce un sol de estío,
un sol que va pintando la cereza.
Alegre juventud del pueblo mío
que estás ya preparada y bien dispuesta
para pasar un año mas la fiesta:
me dieron este honor de pregonero
ocasión que aprovecho para hablarte
con acento sincero:
no hay que perder el arte
de hacer grata la estancia al forastero.
Agrandad vuestra plaza vuestras callos
para darle cabida,
la alegre diversión no está reñida
con los buenos detalles
que nacen de una educación debida.

Y ahora os toca a vosotras, linda corte
de capullos en lenta primavera.
Ramillete en flor, alta bandera
aliento de estas fiestas y soporte.

Todo poeta tiene como norte
del loco frenesí de su carrera
esa musa ideal y volandera
que acuda a su llamada y le conforta
vosotras no inspiráis, lindas doncellas,
y se que envidia han de tener las rosas
en las fiestas y envidia las estrellas.
Engarce de guirnaldas primorosas,
ciruela, endrina, guinda, mariposa
viva Castrillo y sus mujeres bellas.

Y estoy ya ante la Reina soberana,
rendido enteramente a su realeza,
esclavo del candor y la belleza,
niña mujer, morena porcelana.
Un sol primaveral, fruta temprana,
sabores de trigal y de cereza,’
un sellado jardín en su pureza,
un paraíso en flor, una fontana.
El negro de tu polo se desgrana
en potente caudal, casto y sencillo,
Tienen tus ojos negros ese brillo
del lucero temblór de la mañana.
Pienso sinceramente que Castrillo
acorto al elegirte soberana.

Tienes la piel de mieles y de cera
brillo cogió de ti la caracola
vistiese con tus galas la amapola
y aromas te robe la primavera.

El pueblo te eligió, niña Consuelo
y. has dc sor entre todos la primera
la juventud se mira en ti y esperaría
reflejar su conducta en tu modelo
El milagroso santo franciscano
virtudes puso en ti con puro celo
Castrillo entero besara tu mano
y eso divino fraile paduano
te da sus bendiciones desde el cielo.

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Esta sección (desde la página inicial): CASTRILLO / FIESTAS DE SAN ANTONIO / PREGONES
© Los autores: Mari Paz Hortelano Gómez e Iñaki Carrascal Mozo ©
Castrillo de Don Juan. Palencia. (España)
En la red desde el 15/03/1998. Esta sección fue creada el 22/08/2016 - Última modificación: 22/08/2016