PREGÓN DE FIESTAS
CASTRILLO DE DON JUAN
Viernes, 6 de Agosto de 2004

¡¡ Buenas tardes CASTRILLO !!

    Muchas gracias por vuestra presencia en esta gran plaza de la diosa Ceres, símbolo de nuestro pueblo. Muchas gracias a los jóvenes que, con sus votos, me dieron su confianza para ser pregonero de la gran fiesta de verano de Castrillo, de esta gran fiesta social de todos y para todos los castrilleros. Os pido comprensión y benevolencia para recibir estas palabras que os dedico con todo mi afecto y gratitud.

    Hace 60 años, un chico de la Vega de Saldaña conoció un pueblo muy lejano y muy feo porque tenía sus casas pequeñas, sin patios enormes donde jugar, los tejados con la mitad de las tejas y porque los animales entraban por el mismo pasillo que las personas. Y no tenía prados, ni vacas, ni horizontes inacabados como los de su Vega coronados por una diadema de montañas nimbadas de un blanco misterioso en el invierno y escondidas casi en el infinito confundiéndose con el cielo tembloroso por las canículas del verano.

    Quién iba a decirle a ese chico que hoy, pasados 60 años, se iba a dirigir a vosotros, vecinos de Castrillo, como pregonero de estas fiestas, como un vecino más entre vosotros.

    Así es la historia, duende, maga, ángel bueno, ángel malo... La Vega de Saldaña se transformó en islas de encinares vigiladas por esos seres extraños sin pies, sin manos, sólo vientre áspero y rocoso a los que llamasteis desde siempre y despectivamente, majanos. Y en llanuras sin fin de alfombras verdes a las que la magia de las noches iba convirtiendo en cabellos dorados de una diosa peinados por el viento. Y así la historia quiso que fuera uno más entre vosotros. Y me alegro. Claro que no fue sólo la historia. Había una hermosa joven en Castrillo a la que conocía desde que los dos éramos niños. Y como nunca gustó a los jóvenes que un forastero se llevara una flor de su jardín, tuve que pagar el correspondiente tributo. No recuerdo su contenido; pero "el pintao", en nombre de su cuadrilla, me dio a conocer las leyes establecidas.

    Lo que nos reúne aquí esta tarde es nuestra fiesta, es la vuestra, la mía y la de cuantos entramos a formar parte de vuestra comunidad. Hace una década que nació esta celebración y la llamabais "la fiesta del forastero", "el día del emigrante"... Menos mal que enseguida desaparecieron esos calificativos. Aquí no hay forasteros. Aquí no hay emigrantes. Todos somos castrilleros, de dentro, de fuera o porque estamos fuera; porque el corazón siempre estará aquí, junto a la diosa Ceres, junto a nuestra iglesia, junto a los nuestros.

    Hoy han cambiado tantas cosas que parecemos más de una vez perdidos en la niebla o tragados por la vorágine del cambio. No os lo creáis. Somos casi iguales que nuestros abuelos o tatarabuelos, con tractores, coches, móviles, euros para gastar alegremente y tiempo, mucho tiempo de ocio, palabras infernales para ellos. La sociedad no cambia tan deprisa. Y la identidad de esa sociedad tampoco. Porque la identidad no existe por generación espontánea. Sólo existe la historia en pasado y la que nosotros hacemos con el presente y con el futuro. Por eso, cuando vamos a otros pueblos, a pesar del mismo desarrollo, los encontramos diferentes. Son las gentes quienes dan la impronta personal a un pueblo. ¿Cuál es la de Castrillo? Sólo encontraremos la respuesta si compartimos la pregunta y lo vamos descubriendo día a día. Pero sin dejarnos engañar por las falsas apariencias.

    No renunciéis a nada de lo que sois, defectos incluidos, porque nadie es perfecto. No reneguéis de ningún momento de vuestra historia aunque os haya sido adversa. Es el material con el que se construye un futuro mejor.

    He dedicado muchas horas a la historia de Castrillo recordando cuántas veces había leído en los libros el nombre de D. García de Haro, conde de Castrillo, como Presidente del Consejo de Castilla (algo así como Presidente de Gobierno) y virrey de Felipe IV en sus ausencias de Palacio. Descubrí que Castrillo se llamó en su día Castrillo de D. García de Haro. Tuvisteis y tenéis una gran historia que avala vuestro pasado desde aquéllos últimos años del siglo X cuando un magnate castellano funda un núcleo de repoblación al que llamará Castril de Oveco Díaz, hasta hoy en el que figura como uno de los nobles "Grandes de España" el conde Castrillo y Orgaz, aunque  la fama del último título oscurezca al primero y oigáis hablar sólo del Conde de Orgaz.

    Hay un libro que yo publiqué y la página web de Iñaki sobre el pasado y el presente de Castrillo. Aconsejad a los jóvenes que lo lean y lo consulten para que no se pierda en el olvido. Aquel señorío de Gutierre Delgadillo se convirtió en Condado y se quedó para siempre el nombre de uno de sus señores o de sus condes como distintivo: el de Don Juan Delgadillo y Avellaneda.

    Amigos y vecinos de Castrillo: no sois sólo "las bodegas" en las que ofrecéis al visitante vuestro vino y presumís de que es vuestro porque su esencia está sólo en vosotros. Sois la hospitalidad, la alegría, la vida en una sociedad compartida. Y mucho más que algunas veces ocultan las flaquezas humanas. Sois un futuro mejor. ¿Quién dice que no hay niños ni juventud para construir ese futuro?. Mirad a vuestro alrededor y veréis que es mentira. ¿Que hoy están y mañana se marcharán? No importa. ¿Volverán? Ayudad para que vuelvan. Para eso y por eso estamos aquí hoy. Mientras cada año la fila de bailarines delante de la carroza de San Antonio sea larga y se vean generaciones nuevas, la historia de Castrillo está a salvo. Mientras cada primer sábado de agosto se congreguen en esta plaza gentes de los cuatro vientos que han venido a su pueblo, Castrillo seguirá vivo y latiendo con pulso firme.

    Castilla es dura y también sus habitantes. Pues muy bien. También es duro el diamante y sus destellos se convierten en mil soles. Que nadie os cambie ni os engañe. Seguiremos haciendo un pueblo solidario y preocupado por un futuro mejor. Vosotros, chicos y jóvenes tenéis la antorcha para el camino y la vida para construirlo y peregrinar por él. Sé que lo vais a hacer y lo vais a hacer muy bien para orgullo de vuestros antepasados. Ya lo estáis haciendo muy bien porque bullen las inquietudes en vuestra sangre. Pero, atentos, jóvenes. Dicen los educadores que las nuevas generaciones estáis un tanto perdidos y poco motivados. No lo tenéis tan fácil como parece. Tendréis que luchar y fuerte ante nuevos retos. Seguro que lo haréis.

    Y termino mi pregón, como no podía ser menos, con unos ¡Vivas! transmisores de energía compartida.

¡ Viva nuestra historia en el nombre del conde de Castrillo !
¡ Viva nuestra historia en el nombre de nuestros antepasados !
¡ Viva nuestra historia en el nombre de nuestros mayores !
¡ Vivan el presente y el futuro de Castrillo en el nombre de la juventud !
¡ Viva nuestra fiesta de verano en el nombre de los que están y de los que han venido y vendrán sin falta !

¡¡ Vivan Castrillo de Don Juan y todos los castrilleros !!

 
    Muchas gracias y que empiece la fiesta.